Alma rota, sangre sucia.
Tu santa presencia se tornó en castigo.
Tus dulces palabras se tornaron dagas.
Alma rota, sangre sucia.
Aguas claras pasaron a ser turbias de sólo verte.
Tu divina obediencia se tornó delirio.
Tu agradabe presencia se tornó en molestia.
Tus falsas palabras ahora sí las veo claras.
Obedece al corazón, no a un superior
No toleres la opinión de quien no te dió la leche que bebes,
ya que no porque te lo digan, está cortada.
Hiciste caso al maestro de la mentira.
Quedaste más solo de lo que alguna vez creíste estar,
ya que nadie aguanta tanta molestia.
Te miro a la cara, te sonrío.
Me miras a la cara, te burlas de mí.
Una dulce bofetada, y un sonoro adiós.